Pescado fresco a pie de rula

La cocina empieza en el mercado. Da igual los matices, las armonías, las combinaciones o los toques geniales que puedas dar, si no hay producto, todo son fuegos de artificio. Así pensamos y trabajamos en El Nuevo Molino. Por eso nos gusta tener en nuestra carta un apartado de pescados en el que no aparece ninguno. Extraño, ¿verdad?

El mar, la mar, el mar… no siempre trae este o este otro producto, sino que nos va dando y nos va quitando cada día. Nosotros mismos nos desplazamos a la rula, vemos, sentimos y elegimos allí los pescados que trabajaremos para servir a nuestros clientes. No todos los días una merluza o una lubina son las mejores opciones y, por eso, si no es lo mejor, preferimos no llevarlo a nuestra cocina, de la que tanto esperáis.

Renunciamos a una carta cerrada y pedimos al comensal que pregunte, qué nos diga: ¿Qué tenemos? Y nosotros le indiquemos. Nos sentimos cómodos así, yendo y eligiendo día tras día, mes tras mes, año tras año, asegurándonos que aquello que cocinemos, aquello que añadamos, tenga sentido, porque se asiente en el mejor producto del Cantábrico, ese que nos hace ser lo que somos.

En las imágenes podéis ver unos salmonetes, en la red del barco, en la caja de la rula y en una de nuestras preparaciones. Así es la cocina, al menos la que nosotros sabemos.